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El Sistema Esencial para Entender los Indicadores de Salud

25 de Julio, 2024

N° 052 | Tiempo de lectura - 2 minutos

En los 17 años que he trabajado en gestión de instituciones de salud tanto en atención primaria como hospitalaria, he participado en cientos de reuniones, miles de conversaciones y decenas sesiones de análisis en las que se habla de indicadores.

Ejemplos por montón: Indicadores de actividad de la atención primaria, metas sanitarias de gestión, indicadores del balanced scorecard hospitalario, indicadores de los sistemas de acreditación de calidad y una amplia batería de indicadores de productividad asistencial.

Al principio me parecía todo confuso. Demasiada información

Pero un “marco conceptual” me ordenó la mente.

Es una idea que tiene más de 50 años, pero aún así tiene plena vigencia.

Se trata de la clasificación de indicadores de Avedis Donavedian (médico salubrista libanés, considerado uno de los padres de la calidad asistencial).

En simple, Donavedian postuló que hay tres modos de enfocar el “cómo se mide” la actividad en salud y por lo tanto existen tres tipos de indicadores:

  1. Estructura

  2. Proceso

  3. Resultado

Lo bonito es que todo cabe en alguna de estas categorías, lo que simplifica mucho las cosas.

¿Qué hay en cada una? Acá va:

1. Estructura

Estructura se refiere a los recursos o insumos que usamos para entregar una atención de salud.

Cuando medimos estructura, nos interesa saber aspectos como el presupuesto disponible, el número de profesionales certificados, o estado del equipamiento; entre otros factores estructurales.

Por ejemplo, al evaluar un hospital, los indicadores de estructura nos permitirán conocer si los médicos están inscritos en la superintendencia de salud, el porcentaje del personal está capacitado en reanimación cardiopulmonar, o si están definidos los responsables de ciertos procesos clave.

A nivel global, también existen indicadores sanitarios de estructura. Estos nos permiten obtener conclusiones de la capacidad de un país de producir “acciones de salud” y logran un cambio en el estado de salud de su población. Algunos ejemplos: cuántos médicos hay por cada 10.000 habitantes, el número de camas hospitalarias disponibles para la población, o bien con cuántos recursos económicos cuenta un país para salud.

Una de las ventajas de este enfoque es que es simple. Los documentos y registros para construir las métricas están habitualmente disponibles y la interpretación no requiere mayor clarificación.

Sin embargo, una limitación importante es que la evaluación de la estructura no necesariamente se relaciona con el logro de resultados. Contar con personas capacitadas en reanimación cardiopulmonar contribuye pero no garantiza que los pacientes de un hospital reciban de manera oportuna reanimación en caso que lo necesiten. Del mismo modo, contar con el presupuesto adecuado per cápita (monto que recibe un centro de salud público por cada habitante que atiende en forma permanente) no garantiza que los administradores de ese centro de salud utilicen el dinero eficientemente.

2. Proceso

El enfoque de medición del proceso busca identificar si se siguieron los procedimientos adecuados o si se realizaron las acciones correctas durante la generación de atenciones de salud..

Está directamente relacionada con el uso de los conocimientos (y no sólo con la capacitación), con la capacidad de gestión, y con la coordinación de acciones de salud, entre otros.

A nivel hospitalario, los indicadores de proceso permiten por ejemplo determinar si se cumplieron los tiempos de espera para acceder a una atención de urgencia, o si los pacientes permanecieron hospitalizados el tiempo recomendado y no un tiempo excesivo (cada día adicional de hospitalización suma riesgo y costo). También buscamos conocer si se siguieron correctamente los procedimientos de registro en la ficha clínica, si se prescribieron los medicamentos recomendados para cierta enfermedad o si se cumplieron con los procedimientos de trazabilidad de las biopsias

A nivel de atención primaria, un centro de salud familiar evalúa procesos cuando mide cuántos pacientes accedieron a un examen preventivo en un año, cuanto es la demora para responder a un reclamo, o si los controles de embarazo se están iniciando precozmente.

En todos estos casos, los indicadores nos muestran directamente que tan bien el sistema de salud ejecuta ciertas actividades. Pasando a un segundo plano la disponibilidad de recursos (que naturalmente puede impactar los procesos, pero de forma secundaria)

La gran ventaja de medir procesos, es que es a este nivel donde generamos la mayor cantidad de iniciativas para mejorar la gestión. Es a este nivel donde podemos crear protocolos nuevos, rediseñar procesos (eliminado pasos o haciendo otros más eficientes), instalar nuevas actividades de supervisión o implementar proyectos de mejora.

3. Resultado

Finalmente, cuando medimos enfocándonos en los resultados, evaluamos directamente el cambio en la condición de salud de un paciente o una población. Establecemos el grado de mejoría o daño generado, el impacto en la calidad de vida o bien aspectos relacionados a la satisfacción o experiencia.

Caben en esta categoría todas las mediciones de mortalidad y letalidad (general o por causas específicas) las mediciones periódicas de satisfacción que se realizan en muchos centros de salud y la prevalencia de eventos adversos asociados en la atención, entre otros.

La ventaja de medir el resultado, es que los indicadores de esta categoría muestran mejor el grado de recuperación o mejoría del estado de salud y calidad de vida; que es el propósito final de la actividad sanitaria

Una limitación importante es que frecuentemente es difícil asociar el resultado de un indicador con un atributo específico de funcionamiento de un centro o sistema de salud. Un hospital puede tener una mayor mortalidad, pero podría ser porque la condición de salud de los pacientes que allí se atienden es de mayor vulnerabilidad o riesgo, y no necesariamente porque el hospital tenga un mal funcionamiento. Por esto es sumamente importante evaluar el contexto y no sólo el resultado específico del indicador.

Para qué sirve este marco conceptual

La distinción “estructura, proceso y resultado” nos ayudará a entender mejor “qué” estamos midiendo, ordenar el análisis y generar mejores propuestas para mejorar resultados.

También permite comunicar de manera más eficaz aspectos relacionados a los indicadores en las múltiples instancias donde intervenimos como gestores .

Finalmente, hablar con sólida base conceptual, mejora la percepción de nuestras ideas y por lo tanto mejora la probabilidad que estas se implementen.

La próxima vez que tengas que analizar un indicador o intervenir en alguna reunión donde se esté hablando de indicadores; usa el marco “estructura, proceso o resultado” y verás como tu intervención tendrá más impacto, tu plan quedará más ordenado y tendrá más probabilidades de generar un cambio positivo en el lugar donde trabajas.

Buena semana!

Cristian

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