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El Valor de Equivocarse

por Cristian Saavedra | Tiempo de lectura - 2 minutos

Ayer asistí a un taller acerca de cómo educar a los hijos en el manejo y control de las emociones.

Y hay una idea en la que no he podido dejar de pensar: El rol que juega «el equivocarse» en nuestra educación.

Bajo la visión clásica, equivocarse es visto como algo negativo: “Hay que realizar las cosas bien y no equivocarse”

Se premia el logro, se castiga el error.

Muchos crecimos bajo esta mirada.

Y si bien pone un énfasis en intentar hacer las cosas bien (lo que en definitiva es positivo) esta mirada lleva a tres grandes problemas:

  1. Desincentiva el “intentar”. Si equivocarse es malo, la mejor forma de no equivocarse es no tratar. Un ejemplo clásico es el niño que crece con la idea que es “malo” para el fútbol, y que para no sentir que lo hace “mal”, no juega a la pelota.

  2. Genera frustración. Si cometer errores es malo, hay un alto riesgo de que quien lo cometa experimente estrés y angustia.

  3. Promueve una cultura de “crítica”. Cuando el pensamiento colectivo demoniza el error, el que una persona o un grupo se equivoque lo hace sujeto de crítica o incluso desprecio.

Una visión alternativa es poner el foco en valorar el intento, viendo el error sólo como la etapa intermedia de un proceso, como un producto esperable, como un insumo sobre el cual trabajar y perfeccionar.

Bajo esta mirada:

  • Incentivamos “el esfuerzo” por sobre el resultado – lo que a la larga genera mejores resultados.

  • Cambiamos la frustración de fallar por la valentía de intentar.

  • Desincentivamos la cultura de crítica, y promovemos una que premia la pasión por esforzarse y generar nuevas nuevas.

En gestión funciona igual.

Supongamos que como preparación para una acreditación de salud, estamos entrevistando a diversos trabajadores para saber si conocen el protocolo de registros clínicos

Esto implica un “interrogatorio” formal de 5-10 minutos.

Si la cultura permite el error, las personas estarán abiertas a intentar participar en la entrevista y detectar en qué están fallando. Se valorará el feedback y el aprendizaje.

Si no se permite, las personas evitarán exponerse a la situación de interrogación (vista como “terrorífica”) corriendo el riesgo de que no se logre el objetivo mayor de alcanzar un alto estándar de seguridad y obtener una acreditación.

Existen ejemplos todos los días y en todas partes.

La idea es simple.

Premiar el Intento. Aprender del error. Repetir.

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