Entendiendo Los Indicadores: Estructura, Proceso y Resultado








por Cristian Saavedra | Tiempo de lectura - 3 minutos










Gestión de Indicadores es un tópico clave que todos los gestores de salud deben dominar.
Están en todas partes: acreditaciones, metas de gestión, implementación de proyectos, etc.
Pero para quien se inicia en gestión, adquirir dominio puede ser complejo.
Al tomar un rol de gestión la urgencia hace que prioricemos otras cosas: aprendernos nombres y fórmulas de los indicadores más importantes; y ponernos a trabajar para cumplirlos.
Pero dedicamos poco tiempo los fundamentos. Y generamos un aprendizaje conceptual pobre… ¿Qué hacer?
Como en muchas disciplinas, lo mejor es partir por lo básico.
En este caso, lo básico es saber qué tipos de indicadores existen y qué indica cada tipo.
Una de las respuestas más valiosas a estas preguntas la ofreció Avedis Donabedian hace más de 50 años (pueden leer el artículo acá) Tan valiosa que aún cuando hay miles de páginas escritas después, este marco conceptual sigue válido hasta hoy.
En simple, Donavedian postuló que hay tres modos de enfocar los métodos de evaluación de la atención de salud y por lo tanto existen tres tipos de indicadores:
Estructura, Proceso y Resultado
Estructura se refiere a los recursos o insumos que usamos para entregar una atención de salud.
Cuando medimos con foco en la estructura, nos interesa saber aspectos como el presupuesto disponible, el número de profesionales certificados, el grado de capacitación de las personas, las instalaciones, los insumos clínicos y equipamiento; entre otros factores estructurales de un centro de salud.
Por ejemplo, al evaluar la estructura de un hospital, los indicadores de estructura nos permitirán conocer si la totalidad de los médicos están inscritos en la superintendencia de salud, qué porcentaje del personal está capacitado en reanimación cardiopulmonar, o si están definidos los responsables de ciertos procesos clave.
A nivel global, también existen indicadores sanitarios de estructura. Estos nos permiten obtener conclusiones de la capacidad de un país de producir “acciones de salud” y logran un cambio en el estado de salud de su población. Algunos ejemplos son cuántos médicos, enfermeras y dentistas hay por cada 10.000 habitantes, el número de camas hospitalarias disponibles para la población, o bien con cuántos recursos económicos cuenta un país para salud.
Una de las ventajas de este enfoque es que es simple. Los documentos y registros para construir las métricas están habitualmente disponibles y la interpretación no requiere mayor clarificación.
Sin embargo, una limitación importante es que la evaluación de la estructura no necesariamente se relaciona con el logro de resultados. Contar con personas capacitadas en reanimación cardiopulmonar contribuye pero no garantiza que los pacientes de un hospital reciban de manera oportuna reanimación en caso que lo necesiten. Del mismo modo, contar con el presupuesto adecuado per cápita (monto que recibe un centro de salud público por cada habitante que atiende en forma permanente) no garantiza que los administradores de ese centro de salud utilicen el dinero eficientemente.
Proceso
El enfoque de medición del proceso busca identificar si se siguieron los procedimientos adecuados o si se realizaron las acciones correctas durante la generación de atenciones de salud..
Está directamente relacionada con el uso de los conocimientos (y no sólo con la capacitación) y con la capacidad de gestión, y con la coordinación de acciones de salud, entre otros.
A nivel hospitalario, los indicadores de proceso permiten por ejemplo determinar si se cumplieron los tiempos de espera para acceder a una atención de urgencia, o si los pacientes permanecieron hospitalizados el tiempo recomendado y no un tiempo excesivo (cada día adicional de hospitalización suma riesgo y costo). También buscamos conocer si se siguieron correctamente los procedimientos de registro en la ficha clínica, si se prescribieron los medicamentos recomendados para cierta enfermedad o si se cumplieron con los procedimientos de trazabilidad de las biopsias
A nivel de atención primaria, un centro de salud familiar evalúa procesos cuando mide cuántos pacientes accedieron a un examen preventivo en un año, cuanto es la demora para responder a un reclamo, o si los controles de embarazo se están iniciando precozmente.
En todos estos casos, los indicadores nos muestran directamente que tan bien el sistema de salud ejecuta ciertas actividades. Pasando a un segundo plano la disponibilidad de recursos (que naturalmente puede impactar los procesos, pero de forma secundaria)
La gran ventaja de medir procesos, es que es a este nivel donde generamos la mayor cantidad de iniciativas para mejorar la gestión. Es a este nivel donde podemos crear protocolos nuevos, rediseñar procesos (eliminado pasos o haciendo otros más eficientes), instalar nuevas actividades de supervisión o implementar proyectos de mejora.
Resultado
Finalmente, cuando medimos enfocándonos en los resultados, evaluamos directamente el cambio en la condición de salud de un paciente o una población. Establecemos el grado de mejoría o daño generado, el impacto en la calidad de vida o bien aspectos relacionados a la satisfacción o experiencia.
Caben en esta categoría todas las mediciones de mortalidad y letalidad (general o por causas específicas) las mediciones periódicas de satisfacción que se realizan en muchos centros de salud y la prevalencia de eventos adversos asociados en la atención, entre otros.
La ventaja de medir el resultado, es que los indicadores de esta categoría muestran mejor el grado de recuperación o mejoría del estado de salud y calidad de vida; que es el propósito final de la actividad sanitaria
Una limitación importante es que frecuentemente es difícil asociar el resultado de un indicador con un atributo específico de funcionamiento de un centro o sistema de salud. Un hospital puede tener una mayor mortalidad, pero podría ser porque la condición de salud de los pacientes que allí se atienden es de mayor vulnerabilidad o riesgo, y no necesariamente porque el hospital tenga un mal funcionamiento. Por esto es sumamente importante evaluar el contexto y no sólo el resultado específico del indicador.
Para qué sirve este marco conceptual
La distinción “estructura, proceso y resultado” nos ayudará a entender mejor qué estamos midiendo, ordenar el análisis y generar mejores propuestas para mejorar los resultados.
También permite comunicar de manera más eficaz aspectos relacionados a los indicadores en las múltiples instancias donde intervenimos como gestores .
Finalmente, hablar con sólida base conceptual, mejora la percepción de nuestras ideas y por lo tanto mejora la probabilidad que estas se implementen.
La próxima vez que tengas que analizar un indicador o intervenir en alguna reunión donde se esté hablando de indicadores; usa el marco “estructura, proceso o resultado” y verás como tu intervención tendrá más impacto, tu plan quedará más ordenado y tendrá más probabilidades de generar un cambio positivo en el lugar donde trabajas.
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